Bienvenido. Lee de abajo hacia arriba. O de arriba hacia abajo. O como quieras. O no leas.



viernes, 20 de septiembre de 2013

Verso, diverso, perverso


Yo no sé quién fue aquel que me dijo que ya no se llora; yo no sé por qué anduve acusándote ayer de impostora. Si estuviste a un quizás de quedarte, tal vez que me harte no es cosa de un beso; tal vez fuera que a ninguna parte o un vuelo hasta Marte prefiero antes que eso. 
Si caíste en mi cama vacía, recuerda que hoy día dejaste tu ruido; pero anoche vio que otra dormía, que helada temía que sea el que he sido. Lo anterior a mi aborrecerte, a mis ganas de verte fue un litro de vino; ejecuta impecable la suerte, estoca de muerte con temple asesino. No estoy ni ayer ni mañana ni la otra semana ni en esta treintena; así que alza la frente, fulana; y llora con gana, que valga la pena.



Y es que odio el odiar el dilema ¿canción o poema? ¿Yo supe o sabré?...no le halaga a mi lengua blasfema que muerto el sistema le aplauda de pie...  

sábado, 10 de agosto de 2013

Nosotros, según ella

Ahí te vi. Eras chiquito y sabías poco del mundo, las cartas y los silencios. Yo había olvidado ya quién era y qué hacía ahí. No sé quién nos presentó, tal y como tú tampoco lo sabes. Fuimos de a poquititos. Tú, desnudándote para que sepa quién eres. Yo, para que sepas quién podía ser contigo. Te perdonaba las torpezas y tú los desenfrenos. En lo que dura un invierno comencé a extrañarte. No te necesité antes que tú a mí. Fuimos juntos al pupitre y la chacota, y día a día, andamos. Nos decíamos de todo y frente a todo el mundo. Hasta que un día fue lunes y no estabas. Conté un sinfín de noches con sus lunas. Llegabas, de cuando en vez, con otro aroma. Yo, paradita en la esquina esperando que me cuentes, que me grites, que te acuerdes. Te extrañé y te volví a extrañar hasta que no supe hacer otra cosa. Un día viniste -vestido de pupilas borrosas- a buscarme... a encontrarte. Fue como ayer, como hoy...como siempre. Te disfracé de Silvio, de Pancho, de cualquier borracho de esquina. Recorrimos cielos, mares, miedos, fantasmas. Gritaste de mi garganta, y yo, comí de tus manos. Huiste solo, pero conmigo. Me despertabas de madrugada y yo contenta, susurraba nuestros misterios. A veces me resultan muchos; a veces...sólo un puñado. Conquistamos el absurdo como a nada...como nadie. Te hice quien eres, y tú, me embarazaste de vida.

Somos lágrima, poeta, suspiro, abril y fusil.

Somos, donde estemos...abrigo.

Soy, fui y seré -contentísima y deliciosamente-...............TU guitarra.

lunes, 21 de enero de 2013

En blanco



Maldita seas, hoja en blanco.

Maldita seas tú porque hoy no me invitas, ni me motivas, ni me retas. Hoy te temo.
Hoy te temo porque mis yemas dormidas ya no tienen el cinismo de otrora y se ven ante ti, indefensamente frágiles.
Hoy te temo, porque sé que el punto final de este escrito puede haber traído -de taquito- todo eso que sé de mí mismo pero que no quiero leer; las armas con las que me protejo y las mismas con las que me ataco.
Te temo porque nunca soy el mismo después de ti, sin que importe quién ganó en la balacera. Te temo porque yo ya casi ni disparo.

¿Estaré todavía en tu lista de enemigos? ¿Seguiré siendo tu némesis, el que alguna vez te arrimó temblorosa bajo tu cama? ¿Recordarás siquiera lo filudo de mi verbo, de mi historia, de mi voz? 

Te temo, hoja en blanco, porque la única sangre que se derrama aquí es la mía. Ya no te hiero, ya no te toco, ya no te ahuyento, ya no te ablando.
Te maldigo varias veces. Te maldigo sin odiarte, hoja en blanco, porque el día en que te odie empezaré a odiarme a mí…y hay cosas para las que uno ya está viejo. Y cansado. Y malherido. Y empolvado. Y paradójicamente entusiasmado.

Ya acabé con mi oda del espanto, con mi intento de disparo, con mi ensayo de metralla. Me declaro perdedor en la batalla si al final yo nos comparo: yo sigo igual de inútil y tú sigues…hoja en blanco.