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sábado, 29 de diciembre de 2018

Entérate



Que te voy a mentir.

Que te sacaré de la mundanidad del cubículo, los semáforos y las dos medias tazas de café. Que te diré de vuelta lo que oíste una noche serena, cuando niña. Haré que la arena te mime los pies hasta el borde de la orilla, entre un siempre y un adiós. Lo que no diré es que es ahí y sólo ahí donde las olas rompen, tarde a tarde, a llorar.

Que soy un hombre intacto.
Que lo único a quitarme es la ropa…que no traje nada más. Que tu calor ha de quedarse en mi cama hasta que vuelvas; que mi espalda reclama a gritos a tus uñas; que sé que sabes que no es cierto. Que tocaré tus bemoles -uno a uno- en un allegro de tu ruido y que, a la mañana, lacónico, lo he de tararear al desayuno.
Que me miras pero que me ves.

Que cuando fisgo a la nada pienso en ti y en el modo exacto en que te derramas sobre el domingo. Que nunca miro atrás. Que no revivo la arboleda y el canal y el trigo y el molino y la risa y la bicicleta. Que acaso es retrato de lo suficiente; que desde entonces se echa de menos respirar.
Que no.

Que soy huérfano de hijo, árbol y libro…que eso de algo importa. Que has de subir la guardia con los poetas; que te adoren es quedarte detenida, abrigada por fonemas, inexorablemente ajena a todo aquello que se osa llamar tiempo. Que has de espantarlos, que sin darte cuenta te puedes hacer eterna; y que, a veces, morirse no es para tanto.

Por favor, entérate mujer.
Que soy un hombre intacto, aunque de hijo de puta llevo hasta las huellas. 
Entérate ya.