Bienvenido. Lee de abajo hacia arriba. O de arriba hacia abajo. O como quieras. O no leas.



lunes, 21 de enero de 2013

En blanco



Maldita seas, hoja en blanco.

Maldita seas tú porque hoy no me invitas, ni me motivas, ni me retas. Hoy te temo.
Hoy te temo porque mis yemas dormidas ya no tienen el cinismo de otrora y se ven ante ti, indefensamente frágiles.
Hoy te temo, porque sé que el punto final de este escrito puede haber traído -de taquito- todo eso que sé de mí mismo pero que no quiero leer; las armas con las que me protejo y las mismas con las que me ataco.
Te temo porque nunca soy el mismo después de ti, sin que importe quién ganó en la balacera. Te temo porque yo ya casi ni disparo.

¿Estaré todavía en tu lista de enemigos? ¿Seguiré siendo tu némesis, el que alguna vez te arrimó temblorosa bajo tu cama? ¿Recordarás siquiera lo filudo de mi verbo, de mi historia, de mi voz? 

Te temo, hoja en blanco, porque la única sangre que se derrama aquí es la mía. Ya no te hiero, ya no te toco, ya no te ahuyento, ya no te ablando.
Te maldigo varias veces. Te maldigo sin odiarte, hoja en blanco, porque el día en que te odie empezaré a odiarme a mí…y hay cosas para las que uno ya está viejo. Y cansado. Y malherido. Y empolvado. Y paradójicamente entusiasmado.

Ya acabé con mi oda del espanto, con mi intento de disparo, con mi ensayo de metralla. Me declaro perdedor en la batalla si al final yo nos comparo: yo sigo igual de inútil y tú sigues…hoja en blanco.