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domingo, 11 de octubre de 2009

Metamorfosis


Protesto, protesto y vuelvo a protestar. Leo sin descanso (como siempre) la excelentísima columna de Jennifer Llanos en la revista Somos del sábado pasado y no me queda otra opción que la de hermanarme con esas personas que, tal y como yo, sufrimos con ver nuestro desparramado y bovino-morfo cuerpo, otrora espigado y me atrevo a decir, medianamente atractivo y envidiable. Y es que me da la impresión que la grasa que toda la vida he consumido se aprovechó del cansancio que me regala la chamba y que me condena a la cama, la compu o la guitarra…es decir, a no hacer nada; para soldarse a las paredes de mi abdomen y transformarme el “six pack” (créanme, hubo un día que lo tuve) en un “jonca” repleto de márgaros. Es que el tema ese de la dieta es más jodido que balacera en ascensor. Habría que vivir en otro país en el que la comida no sea tan pero tan rica. Todos sabemos que no se puede, sólo que hay uno que otro con complejo de fakir que opta por reemplazar el huevito frito por la granola. (¿???...no me explico…) Hay otros que inclusive tienen el descaro de decir que uno puede comer rico y saludable. Todos sabemos que es una falacia total. Opino que hay esas comidas que le hacen bien al cuerpo (esas que no consumo) y otras que le hacen bien a la psiquis retorcida del que come y le importa poco los efectos secundarios de su súbita felicidad. Hay inclusive quienes sustentan que se pueden combinar. Nooo pueeess!! Es una falta de respeto al buen diente (o a la memoria de mi tío “Zambo” Cavero)!!! O es que hay alguien que se imagine un dominguero chicharrón en pan pita…nooo!!!! No se puede ni se debe!!!!

Cada año, más o menos por estas fechas, abres la ventana y huele a diciembre. Un vaho que trae consigo una necesidad imperativa de prepararse para las playas, el calor y la calatería. La disyuntiva es inmediata: si debo prepararme físicamente para todo el caos este o psicológicamente para que me importe poco o nada ventilar mi desmondongada panza ante la opinión pública. Los últimos dos años es evidente que opté por la segunda, mientras que, muy cobardemente, este año ando aplazando la decisión hasta el último momento. El problema es que los kilitos de más, sumados a mis humildes 166 centímetros, el gorrito que se desteje y una adicción incontrolable al tabaco y alquitrán, me convierten en la antítesis completa a la imagen comercial que rellena los calzoncillos de Calvin Klein, protagoniza los sueños eróticos de las más imaginativas o causa el giro de algunos cuellos femeninos por la calle. La cultura de imagen que nos da de respirar me ha ido marginando, pero a la vez, me ha bendecido. Tengo la oportunidad valiosa de conocer a la gente en muchísimas más facetas que las del bendito enamoramiento que trae consigo las babas incontrolables y la pérdida progresiva de neuronas. La experiencia me lo dice. Si bien es cierto que en los últimos años he consolidado relaciones largas y duraderas, esto sólo ha sido posible porque tuve la extraordinaria experiencia de ser amigo de ellas antes que algo más. Las conocí como hijas, hermanas, nietas, primas, profesionales, amigas de sus amigas y amigas mías. Me atrevo a decir que las conocí de a de veras. Esto es algo que difícilmente un “playboy” logra con una mujer. Desde el momento que sus retinas se depositan en una, hay epicentro en las hormonas y una muy remota posibilidad que entre ellos haya algo ajeno a la atracción.
Sin afán alguno de generalizar, este post existe con una única finalidad: la de protestar por la ruin naturaleza que me dejó con cuerpo de kion (sin forma definida) y las incansables e infinitas burlas de mis amigos, que aunque sanas y amigables, burlas son. Me rio y me rio de la vida que me dejó atrapado con la necesidad imperante de hacer ejercicio, con la desgracia que significa haber dejado de correr. Es cierto, decidí dejar de correr porque me ahogo corriendo. La gente me dice que debo dejar de fumar, pero la lógica me grita que sólo me siento mal cuando corro y no cuando fumo; por lo cual (lógicamente) decidí dejar de correr. Problema mayor.

Bromas aparte, este post es reflejo de una auto-burla que vengo masticando en la mente desde que se burlaron de mí. Aquel que se sienta identificado, bienvenido. Comente. Gracias a Dios que a la mujer que espero (y que no busco) le importan poco mis kilos de más, menos aún los 166 centímetros y poco o nada el gorrito destejido. Ni quiere ni necesita al de Calvin Klein y será feliz de tener tickets en primera fila para el show mediático de este humilde servidor.

Gracias a Dios.

3 comentarios:

  1. amo cada ves que entro y leo cada entrada que publicas, esta es una de las mejores, creeme que la identificacion se siente desde la primera palabra que escribes. Me has hecho reir bastante, gracias!....besos te quiero!

    tu fan numero UNO!

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  2. AHORA SE LA LEI A MI ABUELITA Y SE RIO VARIEDAD DE TU CUERPO DE KION

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  3. ...y es que cada ser humano tiene algún defecto. Empero, vale decir...la sabiduría te hará cambiar de parecer cuando tengas entre tus brazos a una personita que te haga cambiar de vida, y volverte un poquito - sólo un poco- más sano.
    Ojalá y antes lo logres.
    Tu ángel de la guarda (y seguiré comentando, aunque prefieras leerme y borrarme)

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