Tú no sabes quién soy. No sabes y estás acá, al costado de
mi cansancio. No sabes, pero somos casi lo mismo. Tu mamá también te leyó ese
cuento, pero en otro idioma. Te abrigó más porque hacía más frío y también se levantó
de madrugada a sobarte la panza cuando comiste mucho. Somos casi lo mismo, aunque no lo sepas. No
sabes que ahora tengo la suela firme. Que tengo el sueño ligero, dos historias
exquisitas, una vida con rueditas. Tengo un sueño de indecencias, un cuaderno de
sandeces, historietas de unos meses. Tengo una sonrisa con bostezo, un Tonopan
en el bolsillo, siempre un dedo en el gatillo y un perfecto sobrepeso. Cuatro chistes, siete goles, un dolor. Tengo
mucho de lo que no tuve y poco de lo que tuve siempre. Tengo un signo de
interrogación, o dos, o quizá tres. Tengo la alegría de saber que estoy hecho
de lo que seré…mucho más que de lo que fui.
Saco mi laptop y empiezo a juntar estas letras. Me miras
raro, como preguntándote qué es lo que dirá ahí. Suponiendo tal vez que soy un
periodista yuppie volviendo columna las elecciones en Francia. Tal vez un
escritor de pacotilla, que pretende disfrazarse de alfabeto para olvidarse, tal
vez, de lo larga que es su sombra. Pero no. Escribo de ti. Escribo que no me
gusta tu sonrisa, pero me encanta que sonrías.
Ahora duermes. Duermes como
algunas otras; a mi lado, pero muy lejos. Duermes sin hacer ruido y yo hago
ruido de ti. Duermes sin imaginarte siquiera que desde hoy vives en el tintero, en los fonemas perfectos que no pronuncio.
Pero no sabes. No sabes que
estoy en medio de un strip-tease emocional, sin clientes billetudos. No sabes cuánto
alivia escribir lo que no pude, lo que no quise, lo que no debí.
No sabes, y nunca sabrás. Desahuevina. Las cosas como son.
En tu vida yo fui el 28B; de Sydney a Santiago.
Tú…tú
fuiste un post en mi blog.
Ya lo recuerdo... esta es la razón por la que te sigo, muy bueno el relato.
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