Mecida entre mis sienes, escrita a mano y a doble espacio, vive la
historia del Coronel.
Rompe, ríe, pesa y sueña. Reniega, trota, canta y ama. La
historia del Coronel vive, inmensa, en eso que soy y que aún no sé.
El Coronel pone pie en el suelo cada mañana, antes que
todos. El silencio tempranero que lo abriga le grita a diario que está intacto.
El comando y sus soledades le dan paz, le llaman al sacrificio indesmayable de
ser el hombre que es.
Lo forman los ingredientes más puros que han habido. Lo visten
en justísimo entalle y hace el paseíllo perfumado por un carisma crónico,
profundo, repleto de realidad. El Coronel es, todo él, una oda a la honra.
El Coronel deja el nido a paso firme; atraviesa la ciudad aún
oscura y sólo se detiene cuando la niebla ya no huele a miedo, sino a tierra. Pantalón
de montar, fusta en mano y cara arriba; el Coronel da clase desde el corazón del
picadero como quien le responde el saludo al sol. Corrige con disciplina, con amor
inmenso…el Coronel educa. Talón abajo, pierna amable, manos serenas, espalda
recta, bien hecho el ángulo, los ojos claros, el mando, el cariño, la cara al
porvenir; trabajo y más trabajo. El Coronel sabe cómo hay que montar; sabe bien
que la vida termina exigiéndole lo mismo a uno.
Huérfano desde niño de nimiedades y mundanidad, el Coronel
erige en los ojos de sus ocho una imagen clara de qué significa ser humano. Aprendieron
todos cuán pesadas son sus huellas, cuán albo va su ejemplo, cuán entonado
canta su consejo.
Un cobarde día el Coronel fue herido de oficio; el televisor
lo conminó a sangrar sobre el desierto. Desde entonces se dolió -día a día- en
voz muy baja y sin rechistar. Supo sufrir, y su fragilidad, también fue una lección. El
reloj le corrió más deprisa y lo fue arrimando hacia otros rincones. El Coronel
se le fue al mundo un primer día; herrando para siempre a la ausencia, enfatizando
al infinito el vacío, bautizando de final un inicio.
De su entereza procedió todo lo bueno, y entre eso, su
segunda hija. La hija del Coronel se pasa los años voceando fuerte todo lo que es;
columpiándose en su fuego vivo, en su risa franca, en su mano abierta. Sahúma su
verbo en el cajón de lo intocable y suele abrir de par en par el orgullo para
que todos lo vean. No ha habido un día en que no le cante hasta que se duerma, ni que vayan juntos salpicándoles agua a los bellacos de la calle.
Llegó el día que, sin previo aviso, sucedió lo
inevitable: la hija del Coronel había dejado abierto el cajón. En cuestión de
minutos un niño que pasaba, rebalsado de curiosidad, husmeó. El niño aprendió sobre
el Coronel, y se atrevió incluso a llamarlo con una sílaba repetida. Aprendió
también a compartirlo consigo mismo y muy pronto se encontró implotando en fantasías.
Son años ya desde la primera vez que fueron juntos a la Plaza a escudriñar el trapío
y las hechuras; y cada vez que vuelven juntos al albero, suena, de vuelta, el primer
tercio. Hay otros días en los que cuentan las batidas entre oxer y vertical, mientras el Coronel le narra al niño lo que a nadie le narró. Hay muchos otros en los
que sólo juegan al tenis e incluso los hay en los que, desvelados, curan con las manos sentados en el suelo.
El Coronel y el niño son amigos.
El Coronel y el niño son amigos.
El niño quiere ser como el
Coronel.
El niño quiere que su hijo sea como el Coronel.
El niño nunca posó pupila sobre el Coronel ni viceversa; pero son indesligables...cual suelo y patria.
El Coronel vive, galopando, hasta hoy día, hasta ayer, hasta mañana.
El Coronel galopa limpio.
Galopa.
El niño nunca posó pupila sobre el Coronel ni viceversa; pero son indesligables...cual suelo y patria.
Un hombre de otra estirpe, de otro tiempo...de todos los tiempos.
El Coronel galopa limpio.
Galopa.
pd1: la voz de la hija del Coronel, que terminó por encontrar al niño
Razón de vivir
pd2: Pues eso, que el Coronel sí que tiene quién le escriba.
Razón de vivir
pd2: Pues eso, que el Coronel sí que tiene quién le escriba.
Muy bueno esto!
ResponderEliminarExcelente Javier! Grcs
ResponderEliminarExcelente msje, te felicito x el lindo hijo q tienes 💝💝
ResponderEliminarJavier, si no te hubiera conocido, diría que no eres tú, pero se que eres capaz de escribir tan bonito como tu madre, y que ambos, madre e hijo, son los mejores. Te felicito!!!
ResponderEliminarLotty con cariño
A sabido captar la esencia del coronel gracias a los recuerdos de su mamá
ResponderEliminarSencillamente hermoso, eres grande Javier 👏
ResponderEliminarPerfectos abuelo, madre e hijo la misma esencia de vida...
ResponderEliminarMuy hermoso y sentido
ResponderEliminarHermoso homenaje a mi tío Jhonny! Que buen manejo de la pluma y las palabras!
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