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viernes, 27 de julio de 2012

Veintiocho, o siete, o nueve


Acá ya es 28 de julio. Acá, donde ningún peruano había estado jamás. Acá, donde no hay ni tacu-tacu, ni curichi de aguaje, ni Valicha, ni choclo con queso, ni Zambo Cavero, ni espéramenelsuelo. Acá, donde hay canguros gordos al lado de un camino que nada sabe de perros flacos. Acá donde no hay pobreza, ni desilusión, ni guitarras, ni quenas, ni Congas, ni combis, ni chistecitos de piuranos. 
Acá es 28 de julio y no hay nada ni rojo, ni blanco, ni rapidito, ni para ayer. No hay ni cole'pato, ni Cañón del Pato, ni arroz con pato, ni a quién echarle el pato. No hay ningún santito al que tocar, ningún vecino al que aguaitar, ningún mundial al que clasificar. No hay "Somos libres", ni "aquicito nomá", ni mucho menos "Ya jefe, cómo es?". 
En las esquinas no hay tío emolientero, ni sapo ojeando el periódico, ni chino atendiendo en la bodega. En los campos no hay espaldas dobladas, ni infinidad de semillas, ni chullos sudorosos. En los ríos no hay peque-peques con comercio, ni Yacumamas de leyenda, ni lavanderas restregando. 
No hay Perú y lo extraño. No hay Perú y me da pena. No hay Perú.

Acá ya es 28 de julio y no hay Perú. 
Acá ya es 28 de julio y lo único peruano que veo está en el espejo. Si soy representante del Perú...no lo creo. No puedo representar al peruano que nunca fui, al que no vivió como yo. Eso. Eso que nos une y que nos separa tanto. 

Acá ya es 28 de julio, y cómo me duele el Perú. Al lado...al ladito del esternón.

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